viernes, marzo 19, 2010

Dulce tentación


Dulce tentación que me persigue
me tienta, me provoca.
Me asecha en la mañana durante el baño
y en la noche a la hora de dormir.
El recuerdo de tu perfume me embriaga,
mientras que tu sonrisa me ilumina.
Sueño con el roce de tus manos
y con poder perderme entre tus brazos.
Te has convertido en mi medicina,
en mi droga, en mi pasatiempo favorito.
Pero aún más...
eres la manzana que deseo morder,
aunque eso signifique mi perdición.
Eres la fantasía y la realidad,
lo simple y lo complejo,
el amor y la pasión,
eres simplemente... mi dulce tentación.


La Retroflexión


Dentro del modelo de la Terapia Gestalt hablamos del ciclo de satisfacción de las necesidades. Mantenemos que cualquier necesidad, para ser satisfecha, requiere de la compleción de una serie de etapas o fases que finalizan con el cierre de dicha necesidad. Por ejemplo, para satisfacer la necesidad de hambre, si el ciclo no se interrumpe en ningún momento, pasamos por las siguientes etapas.

Partimos de la primera fase, a la cual llamamos de reposo, ya que el organismo no está excitado en ningún sentido. Posteriormente pasamos a la fase de sensación, donde tenemos una sensación en la boca del estómago, pero ésta aún es vaga e indefinida. En la tercera fase, la de formación de figura, ya hemos concientizado esa sensación difusa y la hemos esclarecido poniéndole nombre, “es hambre lo que tengo”. Vamos con la cuarta, la movilización de energía, en la que planificamos la acción que vamos a realizar para satisfacer esa necesidad. Y ya hemos señalado la quinta, que es justamente, la acción, es decir, cuando levantamos el trasero del sofá y nos dirigimos a la nevera para ponernos manos al asunto. Y cuando abrimos la nevera, tomamos en la mano esa manzana fresquita y la olemos, comenzando a salivar como el perro de Paulov, estamos en la fase de pre-contacto. Ahora ya nada nos puede parar, abrimos la boca y, como solemos decir, le hincamos el diente “al asunto”, a la manzana, entrando de lleno en la penúltima fase del ciclo de satisfacción de la necesidad, la fase de contacto. Finalmente, después del último bocado, más concretamente al finalizar el definitivo “glup”, entramos en la fase de post-contacto y retirada. Ahora ya “a otra cosa mariposa”.

En condiciones normales y óptimas el ciclo se completa y la necesidad se satisface. Pero no siempre es así, en cada una de las fases puede aparecer lo que denominamos interrupciones del ciclo de la experiencia, las cuales tienen como finalidad evitar el contacto pleno con la experiencia como forma de eludir el sufrimiento.

En Terapia Gestalt, las interrupciones no son entendidas como mecanismos que defienden al Yo de las pulsiones del ello, de los impulsos internos e inconscientes, sino que son, como señalaba, autointerrupciones dirigidas a evitar el contacto y el sufrimiento que implica dicho contacto.

La retroflexión es uno de estos bloqueos o procedimientos por medio de los cuales interrumpimos el ciclo. Se produce justo cuando estamos a punto de establecer la relación con el entorno, en la fase de la acción, cuando la energía está direccionada hacia el ambiente. En el último momento cambiamos la dirección de la misma y la volvemos en contra nuestra. Nos tragamos literalmente la expresión de la experiencia.

Para entenderlo podemos recordar cómo, de niños, cuando íbamos a decir una palabrota nos tapábamos la boca con la mano para que no se nos escapase esa cosa tan fea y que nos gustaba tanto decir. Yo recuerdo haber escuchado en más de una ocasión una vocecita que me decía con tono poco amigable: “te voy a lavar la lengua con un estropajo” o también “te voy a picar los morritos como te vuelva a oír decir eso” y surtía efecto, porque luego, cuando iba a completar esa fase del ciclo, y eso que no sabía nada de la Gestalt en ese momento, yo solito retroflectaba la acción y me convertía en un niño muy mono.

La energía que se contiene o retroflecta al dirigirla hacia el ambiente puede ser de dos tipos. Por un lado, una energía que podríamos llamar de índole potenciadora, es decir, afecto, cariño, mimos, ternura, etc. Recuerdo haber leído declaraciones de personas blancas hijos de colonizadores que, en Sudáfrica, en la época del apartheid, habiendo sido criados por mujeres negras a las cuales les unía un vínculo y un afecto especial, se sentían en la necesidad de retroflectar este afecto hacia ellas como forma de no entrar en conflicto el modelo xenófobo imperante.

Por otro lado, se pueden retroflectar acciones que implican una energía o impulso caracterizado por la agresividad, como pueden ser las acciones de golpear, chillar, , bocear, (decir palabrotas, que decíamos antes), morder, etc. Por cierto, morderse las uñas es una de esas conductas típicas que nos pueden dar pistas acerca de la preferencia de la persona por la utilización de esta forma de evitación del contacto o interrupción.

En la retroflexión nos tratamos a nosotros mismos como originalmente querríamos tratar a los demás. Realizamos un cambio en la direccionalidad de la energía, lo cual es, básicamente, una forma de manipular el ambiente para satisfacer nuestras necesidades. Nos sustituimos como una víctima propiciatoria por el ambiente. Todos podremos recordar escenas en las que una persona se muerde el puño como forma de no golpear a otra persona.

El miedo a la propia agresividad es lo que produce muchas veces que se pase de ésta a la violencia. La falta de recursos para expresar con responsabilidad nuestros sentimientos de enfado o disgusto en el momento adecuado, nos lleva posteriormente a caer en la paradoja de manifestar la agresividad de forma descontrolada, con explosiones y pérdidas de los estribos. Vamos, que por parecer niños monos, acabamos siendo niños que se ponen como burros.

Si la retroflexión se produce de forma continua y sutil, poco a poco, desde tiempos pretéritos, de forma que se va perdiendo la conciencia de la energía que subyace bloqueada en el interior del organismo, sin que exista un darse cuenta de cómo vamos taponando laboriosamente la salida de nuestras emociones, la retroflexión se transforma, por esta pérdida de conciencia, en represión. Podemos decir que la represión es retroflexión olvidada.

Es en estos casos donde el cúmulo de energía reprimida existente fuera del campo de la conciencia, se canaliza y deposita en determinadas áreas de nuestro organismo generando toda una serie de síntomas somáticos que actúan a modo de señales o indicadores significativos acerca de nuestros procesos dinámicos más profundos.

Quiero finalizar señalando una diferencia que considero fundamental entre dos formas de manejo de la energía personal. Una es la que hasta ahora hemos estado tratando, es decir, la retroflexión y su expresión máxima y más profunda, la represión. Ambas son formas de contener la energía dañinas para la persona y también para el ambiente. No nos permitimos a través de ellas establecer un buen contacto con el ambiente ni con nosotros mismos, por lo que la necesidad de expresión queda insatisfecha transformándose en un asunto inconcluso.

La forma que quiero proponer como alternativa a la retroflexión para esos casos en los que consideremos importante no estabelcer un contacto pleno con el ambiente, es decir, para las situaciones en las que no queremos permitirnos la expresión de nuestras necesidades porque así lo decidimos, porque es un aspecto biopositivo para nosotros en función de la valoración que realizamos en un contexto determinado, es... la auto-contención.
Publicado por: Reflexiones de un terapeuta Gestalt

lunes, marzo 08, 2010

NADA DE NADA

Porque estar enamorada (otra vez) es una de las experiencias más hermosas de esta vida



Quisiera cantarte, una canción que te enamore de mi
Te diga qué siento, te diga quién soy
Y cuánto te haré feliz

Que fueran las caricias, que yo quisiera darte
Que fueran las palabras, que no me animo a decirte
Que más o menos sonarían así

No existe nada que me dé
ni la mitad de todo lo que tú me das
Cuando descubres mi mirada
No cambiaria ni loco tu sonrisa,
Por todo el mundo
Por nada de nada

Que ya eres todo, todo lo que quiero yo
y todo lo que pido a Dios
Te esperaría aquí con paciencia
No cambiaría un minuto tu presencia,
Por todo el mundo
Por nada de nada

Quisiera cantarte, una canción que fuera sólo de ti
Que con las palabras, de los demás, no se pueda confundir
Quisiera que te hiciera, volar alto en el cielo
Para que desde allí vieras qué pequeño se hace el mundo
Si solo estamos juntos, tú y yo

No existe nada que me dé
ni la mitad de todo lo que tú me das
Cuando descubro mi mirada
No cambiaría ni loco tu sonrisa,
Por todo el mundo
Por nada de nada

Que ya eres todo, todo lo que quiero yo
y todo lo que pido a Dios
Te esperaría aquí con paciencia
No cambiaría un minuto tu presencia,
Por todo el mundo
Por nada de nada

No cambiaría ni loco tu sonrisa,
Por todo el mundo
Por nada de nada

Que ya eres todo, todo lo que quiero yo
y todo lo que pido a Dios
Te esperaría aquí con paciencia
No cambiaría un minuto tu presencia,
Por todo el mundo
Por nada de nada

HEIDI: ABUELITO DIME TU

Recordando momentos hermosos de mi infancia