domingo, junio 28, 2009

¿Cambiar o no cambiar?


Cuántas veces he deseado que las cosas no cambien, seguir siendo un bebé para poder tener la protección de mis padres, ser un niño para no tener que preocuparme por los exámenes o entregar un trabajo urgente, o mejor aún, ser un adolescente para poder enamorarme una y otra vez sin importar si es o no la persona adecuada porque tengo la confianza de que puedo decir que "todavía tengo mucho tiempo para aprender de mis errores".

El cambio da miedo, porque tememos a lo desconocido, porque preferimos seguir bajo las mismas circunstancias a arriesgarnos. Muchas veces sabemos que necesitamos cambiar, debido a que las circunstancias en las que nos encontramos nos lastiman, pero la sola idea de pensar en hacerlo es desgastante, así que preferimos seguir igual (claro con la esperanza de que algún milagro pase o que por arte de magia las cosas cambien).

La vida nos va poniendo los retos a través de los cuales podemos cambiar, algunas veces podremos hacer algo, otras tendremos que aprender a frustrarnos un poco y aceptar que no todo está en nuestras manos.

Después de algunos aprendizajes a la buena y de muchas (muchas) frustraciones, he comprendido que el cambio es inevitable y que más que aprender a aceptarlo sería maravilloso aprender a disfrutarlo. Hoy por fin entendí que lo importante de crecer es poder mirarme al espejo y ver en mí a ese bebé, a ese niño, a ese adolescente y sobre todo a ese ser humano que tiene deseos de crecer, sintiendo que puede comerse al mundo de un bocado, pero que es mejor disfrutarlo en pequeñas cucharadas.

Sé que me seguiré frustrando y que algunas veces desearé que las cosas no cambien, pero hoy que empieza una nueva etapa en mi vida, sé que tengo derecho a sentirme triste por las cosas y las personas que dejó, pero al mismo tiempo que existe alegría por todos los momentos que pasé, por todo lo que aprendí, por las personas que conocí y por aquellas que sé que aún quiero que me acompañen a recorrer esto que es mi vida.

LA NOCHE BOCA ARRIBA (Fragmento)

Le costaba mantener los ojos abiertos, la modorra era más fuerte que él. Hizo un último esfuerzo, con la mano sana esbozó un gesto hacia la botella de agua; no llegó a tomarla, sus dedos se cerraron en un vacío otra vez negro, y el pasadizo seguía interminable, roca tras roca, con súbitas fulguraciones rojizas, y él boca arriba gimió apagadamente porque el techo iba a acabarse, subía, abriéndose como una boca de sombra, y los acólitos se enderezaban y de la altura una luna menguante le cayó en la cara donde los ojos no querían verla, desesperadamente se cerraban y abrían buscando pasar al otro lado, descubrir de nuevo el cielo raso protector de la sala.

Y cada vez que se abrían era la noche y la luna mientras lo subían por la escalinata, ahora con la cabeza colgando hacia abajo, y en lo alto estaban las hogueras, las rojas columnas de rojo perfumado, y de golpe vio la piedra roja, brillante de sangre que chorreaba, y el vaivén de los pies del sacrificado, que arrastraban para tirarlo rodando por las escalinatas del norte.

Con una última esperanza apretó los párpados, gimiendo por despertar.

Durante un segundo creyó que lo lograría, porque estaba otra vez inmóvil en la cama, a salvo del balanceo cabeza abajo. Pero olía a muerte y cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del sacrificador que venía hacia él con el cuchillo de piedra en la mano. Alcanzó a cerrar otra vez los párpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de metal que zumbaba bajo sus piernas. En la mentira infinita de ese sueño también lo habían alzado del suelo, también alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras.

Julio Cortazar


(http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cortazar/nocheboc.htm)